Karen salió de la habitación después de ponerse algo cómodo y recogerse el pelo en una coleta, y para su sorpresa se encontró a Christian ya en su cocina, sobre su encimera terminando ya de trocear unos tomates y cebolla.
—Pero Christian, no deberías estar haciendo nada, eres mi invitado—le tomó de la mano intentando detenerle. Él aprovechó su contacto para atraparla de espalda contra su pecho y posar su barbilla contra su hombro.
—¿Esperabas que te dejara a ti hacerlo todo? No eres mi sirvienta, aun así, creo que será más divertido hacerlo juntos ¿no te parece?
Ella solo pudo asentir, él tenía rodeada su cintura con sus manos y eso la hacía no pensar con claridad, de hecho, era capaz de asentir a todo lo que él pudiera pedirla. Él tomó sus manos y las colocó sobre la encimera.
—Bien, me pasas los panes y yo me encargo de untarlos ¿de acuerdo? —ella asintió de nuevo lo que provocó que él se riera—¿Es todo lo que harás? ¿Solo asentir?
—Bueno…tampoco es que…haya mucho que decir.
—D