Regina estaba probándose el vestido de novia cuando su teléfono sonó varias veces.
Ocupada arreglando la falda, no tenía tiempo para mirar.
—Daniel, ¿puedes revisar el mensaje? —pidió sin levantar la cabeza.
Daniel, vestido con un traje negro que acentuaba su figura esbelta, estaba apoyado en la pared.
—Claro —tomó el teléfono de Regina y lo desbloqueó usando las iniciales de su nombre y su fecha de nacimiento.
Al ver el mensaje de Sandra, hizo una pausa antes de leerlo en voz alta:
—"Regina, Armando y Diego dicen que quieren asistir a tu boda... ¿qué piensas, deberías dejarlos ir?"
Sus ojos se oscurecieron y preguntó con un tono ligeramente celoso:
—Regina, ¿qué dices? ¿Deberíamos dejarlos asistir a nuestra boda?
Daniel se acercó, despidió a la asistente que ayudaba y comenzó a arreglar él mismo la falda del vestido.
Su imponente figura la envolvía desde atrás, y sus largos dedos recorriendo la tela creaban una sensación inexplicablemente íntima.
—Daniel... quizás... quizás mejor que