Regina rechazó sin dudar:
—No, en Ciudad Primavera están mis padres y familia. Puerto Turquesa... ya me harté.
Armando sonrió repentinamente, pero su rostro se enfrió rápidamente:
—Regina, ¡te haré arrepentirte y volver a buscarnos!
—No será necesario, no les daré esa oportunidad.
Daniel movió los dedos y los guardaespaldas amordazaron a Armando y Diego, ataron sus manos y pies, y los metieron en el helicóptero.
Al ver que su recién esposa había presenciado este acto cruel, Daniel se sintió algo nervioso:
—Regina, ¿te asusta verme así?
Por supuesto, no había llegado a su posición en los Estrada usando métodos suaves.
Sin embargo, no quería mostrar este lado suyo frente a Regina.
Regina miró el rostro de Daniel y en ese instante sintió que la distancia entre ellos se había reducido considerablemente.
Sonrió y negó con la cabeza:
—¿Por qué habría de asustarme? Es una buena forma de manejar la situación.
Sin esas dos molestias, todo sería mejor.
Regina no esperaba que Armando y Diego la s