CAPÍTULO 54

Los gritos de Aurora resonaron en el gran salón cuando ella y América irrumpieron en el castillo, su presencia era un torbellino de angustia y furia. Estaba en mi estudio cuando los escuché, mi corazón se apretó ante el sonido del dolor de Aurora. Los encontré en la entrada, mis ojos oscuros escanearon el rostro surcado de lágrimas de Aurora mientras se agarraba el costado.

—¡Caleb! —La voz de mi madre atravesó la tensión como una espada—. ¡Tus hijos, los hijos de Freya, atacaron a Aurora!

Parpadeé, la incredulidad apretó mi pecho.

—¿Qué?

—¡Mírala! —exigió, señalando el vestido desgarrado de Aurora y los moretones que se estaban formando en su delicada piel—. ¡Esto es lo que hicieron esos mocosos mal educados!

Mi mirada se endureció cuando me volví hacia Aurora.

—¿Es esto cierto? —pregunté, mi voz baja pero firme.

Aurora asintió, sus ojos azul hielo brillaban con lágrimas.

—Solo quería conocerlos, Caleb. Para mostrarles amabilidad. Pero Freya... ella les ordenó que me atacaran.

—Eso n
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