Las pupilas del señor Lambert se contrajeron y luego soltó una risa despectiva.—Niña, emitir un cheque en blanco es ilegal. No estoy aquí para jugar a las casitas contigo.

Dicho esto, la miró y presionó sin la menor compasión:—Hannah, ya he encontrado comprador. Vendas o no vendas esta empresa, se venderá.

El rostro de Hannah se tensó, pero antes de que pudiera responder, la chica volvió a hablar.

Con el tono más corriente, pronunció las palabras más dominantes:

—El Grupo L pertenece a la familia Das. Si la señorita Das dice que no está en venta, entonces no está en venta. Señor Lambert, usted ya no es accionista del Grupo L, por favor retírese.

Lambert estaba a punto de estallar cuando sonó su teléfono. Al contestar, descubrió que todas sus acciones del Grupo L habían sido vendidas por su propio hijo.

Al colgar, estaba furioso, señalando a la chica con el dedo mientras maldecía:

—No esperaba que fueras tan despiadada a tan corta edad. El Grupo L ya iba a la ruina. Aunque inviertas, n