En el hotel, en el salón de banquetes.
Todos tenían tolerancia cero hacia los secuestradores de niños. Bianca tuvo que dar mil explicaciones para demostrar que no lo era.
Tras aquel enfrentamiento, ahora estaba despeinada y se sentó furiosa en el sofá.
Ese mocoso había nacido para fastidiarla. Normalmente podía aguantarse con sus bromas, pero ahora se había atrevido a dejarla en ridículo ¡en plena fiesta!
Cuanto más lo pensaba Bianca, más rabia le daba. Decidió que, pasara lo que pasara, esta vez no iba a dejar que Christopher se saliera con la suya.
De pronto se incorporó, sacó el móvil y marcó el número de Dominic.
El teléfono sonó tres veces, pero nadie contestó. Tras pensarlo un momento, Bianca decidió llamar a David.
—¡Señorita Carter! —David respondió enseguida.
—¿Dónde está mi hermano? —preguntó Bianca con tono caprichoso.
—El señor Dominic está en una reunión —dijo David, echando una mirada a la sala de conferencias y cambiando el teléfono de mano.
—¡Olvídalo! —Bianca estaba a