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Esa misma noche, Jade hizo su maleta y se dirigió a la casa de su madre, quien, en un inicio, se mostró bastante sorprendida, pero luego únicamente la abrazó como si acabara de recuperar a su hija perdida.—Jade —gimió Natalia y las dos se quedaron así, juntas, apretándose fuertemente la una a la otra, mientras lloraban—. ¿Qué pasó? ¿Dime qué pasó?—Nada, mamá —negó Jade, mientras derramaba más lágrimas. Pero era evidente que algo le sucedía, así que su madre insistió un poco más. —No mientas —le regañó alejándose un poco para verla directamente a la cara—. De no ser nada, entonces no estarías aquí, en la puerta de nuestra casa, con una maleta y cubierta de tantas lágrimas. ¿Dime qué te hizo Adriel? ¡Dímelo ya! —le apremio, sintiendo un fuerte impulso de defender a su hija de quien sea. No le importaba si la persona en cuestión era el hijo de una de sus amistades, ni mucho menos si lo había considerado también como un hijo durante años. Si Adriel le hacía daño a Jade, entonces lo pag
—No me iré de aquí sin ella —rugió Adriel de vuelta. —Sí, te irás de mi casa inmediatamente —le dijo Fabián acercándose y tomándolo del cuello de su camisa para inmovilizarlo. Pero el muchacho no estaba mirándolo, sus ojos seguían fijos en Jade como esperando que se retractara de sus palabras anteriores. Pero la chica no lo hizo. Ella esquivó su mirada y entonces supo que estaba solo en esto. Y que si quería llevársela, tendría que ser por las malas. No había otra manera.En ese momento, los ojos de Adriel regresaron a los de su suegro. Ambos hombres se miraron fijamente y, el más joven, simplemente colocó su mano sobre la del mayor y lo apartó del cuello de su camisa de un tirón.—Jade, ven ahora mismo y no hagas esto peor —amenazó dejando las palabras en el aire. Pero las implicaciones eran bastantes simples: si no vienes, me olvidaré de que es tu padre. Jade lo observó horrorizada. ¿Adriel no sería capaz de…?—¿Cómo te atreves a…?Pero antes de que Fabián terminara esas palabras
Cuando su esposo finalmente desapareció de la propiedad, Jade se desplomó en los brazos de su madre, completamente sin fuerzas ni energías. Lo único que quería era llorar durante horas e intentar borrar el horrible momento que había presenciado. Pero eso, aparentemente, sería imposible. Aquella imagen grotesca de su padre y su esposo peleando quedaría grabada por siempre en su memoria. Recordándole, día a día, el tipo de hombre que era Adriel, y si bien no lo amaba, siempre lo había querido como un amigo. Su padre intentó averiguar en profundidad el motivo de la ruptura que la llevó hasta la puerta de la casa de su niñez, pero Jade no se sentía en condiciones de hablar ni mucho menos revivir lo abrumador que habían sido sus últimos días. Además, los motivos sobraban luego de presenciar aquel despliegue de violencia y engaños recién descubiertos. Adriel había sido capaz de poner en riesgo la integridad de su familia por el simple hecho de tenerla consigo. Aparentemente, su esposo no
Jade estaba acostada en la cama, convertida en un manojo de nervios cuando recibió una visita inesperada. —Cariño —llamó su madre con suavidad a la puerta.—Mamá, no estoy de humor en este momento —le dijo con cansancio—. Así que, por favor…La verdad era que la chica estaba un poco harta de todo. Su madre no había dejado de repetirle que todo estaría bien y que, si bien un embarazo múltiple era bastante complicado, con la ayuda especializada podría llevarlo a término sin el menor de los problemas. Pero eso no era precisamente lo que a ella le preocupaba. ¡Santo cielo, simplemente no se sentía lista para ser madre y, mucho menos, madre de tres bebés! «¡Tres!», pensó cada vez más horrorizada.Aquel era un número demasiado alto para una chica tan joven como ella. Ni siquiera sabía si su cuerpo iba a poder con tanto.—Tienes una visita —siguió diciendo su madre y Jade se puso inmediatamente de pie. ¿Visita? ¿Acaso era Adriel? Negó con la cabeza, sintiéndose repentinamente tonta, po
Jade sintió su corazón oprimirse ante las palabras de Gala. De cierta forma, quería creer en ese amor del que ella le hablaba, pero ya era demasiado tarde para eso. La decisión estaba tomada y Adriel no merecía su perdón. No luego de su engaño y de todo lo que había hecho en contra de su familia.—Me he sentido muy sola en estos últimos días —siguió diciendo Gala con aquel aire apesadumbrado. Sus hombros se mostraban caídos y su semblante apagado—. Ya sabes, ir a ese lugar… sin tu compañía no es lo mismo —le dijo refiriéndose al gimnasio. —Pero debes ser fuerte, Gala —la animo Jade, sabiendo que su amiga había estado haciendo pequeños avances para mejorar su salud y apariencia física, aunque odiaba hacer ejercicio—. Has mejorado mucho en estos meses. No puedes dejar perder tu sacrificio —la alentó con una sonrisa—. Yo temo que no podré seguir acompañándote.—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!Gala se mostró inmediatamente horrorizada ante la idea de ir sola todos los días a aquel lugar lleno de cu
—Cariño, ¿cuándo volveremos a verte? —la tristeza en la voz de la mujer no pudo ser ocultada.—Pronto. Ya sabes cómo es esto, Natalia —explicó el hombre con fastidio, aparentemente aburrido de dar siempre las mismas explicaciones—. Son negocios. Debo ir y venir para asegurarme de que todo marche bien. Pero no te preocupes, estaré en casa en un mes, ¿está bien?Una caricia llegó a la mejilla derecha de la joven y rápidamente se dejó envolver como un gatito perezoso, ronroneando ante su delicado gesto. —Los niños y yo te extrañaremos mucho —su mirada estaba llena de devoción, mientras veía al hombre que amaba a punto de partir. —Y yo los extrañaré a ellos. Ambos padres se giraron para divisar el trío de camas. Sus pequeños dormían plácidamente, ajenos a la realidad de que su padre estaba a punto de irse nuevamente.—Ellos sufren mucho siempre que te vas —comentó Natalia, testigo principal de la desilusión que embargaba a sus pequeños cada vez que tenían que despertarse para encontrar
Aleja había sido su principal cómplice en todo esto. La sostuvo de la mano y le dio palabras de aliento en el momento en que sintió que no podía más. Ahora era esa misma mujer, quien cuidaba de sus hijos, mientras ella, con un vestido negro, se dirigía al lugar donde sería llevada a cabo aquella boda. Natalia sentía que se ahogaba con cada paso que daba, el aire parecía no circular bien a sus pulmones, pero sabía que, esto era un mal necesario. Si ella sufría, lo justo era que Roberto Buendía sufriera también. Al llegar a la iglesia no pudo hacer otra cosa que maravillarse. Era justo como siempre había soñado casarse, la diferencia era que tanto lujo y opulencia iban dirigidos a alguien más. Aun así, no pudo evitar admirar la arquitectura gótica de la catedral, el arco de flores que adornaba ambos lados de la entrada. Rosas blancas y peonias se entrelazaban con cintas doradas. Una alfombra roja se extendía desde la entrada hasta el altar y pudo imaginar a la hermosa novia siend
Natalia se fue de la iglesia con el corazón deshecho.Una lluvia torrencial empapó su vestido negro, haciendo que la tela se le adhiriera al cuerpo, mientras sus extremidades no paraban de temblar producto del intenso frío.No tenía idea de dónde estaba. Llevaba minutos caminando sin parar y sin rumbo fijo.Lo único que quería era alejarse lo más posible de aquel dolor que la consumía por dentro, la realidad de saber que no significaba nada en la vida de Roberto.Ahora estaba sola. Con tres niños.Se sentó en la parada de autobús a esperar el transporte público.Lo único que deseaba era que aquel día espantoso terminara y pudiera estar de vuelta con sus niños. Abrazarlos y estrecharlos contra su pecho, para ver si el dolor mermaba, aunque sea por un momento.De repente, un auto se detuvo frente a sus ojos, haciendo que el agua que llenaba las calles se alzara y la salpicara completamente.Natalia sintió una enorme ira invadirla al instante. Esto era lo último que le faltaba.Se levant