Christian asintió con silenciosa comprensión. —Significa mucho que la estés respaldando.
Tig esbozó una pequeña sonrisa. —Me alegra que estemos claros. Estaba a punto de ofrecerte un tatuaje de cortesía, pero tengo la sensación de que no eres precisamente del tipo que se tatúa.
Christian me lanzó una mirada fugaz y luego guiñó un ojo. —Me gusta su tinta. —Se rascó la barba incipiente a lo largo de la mandíbula, como si algo acabara de ocurrírsele—. En realidad… podría aceptar esa oferta. ¿Haces coberturas?
—Claro que sí. ¿Qué estamos cubriendo?
—Tengo uno del que me arrepiento. Un error que he querido borrar desde hace tiempo. Pensé que tal vez podría transformarlo en algo nuevo.
Se me arquearon las cejas. ¿Christian tenía un tatuaje?
—¿En serio? —Tig hizo un gesto hacia la parte trasera—. Vamos a echarle un vistazo.
Los seguí, con los ojos pegados al trasero perfecto de Christian. Esos jeans estaban haciendo cosas pecaminosas con mi imaginación, y lo único que quería era agarrarle un