—Esto es una larga historia— dijo Ximena mirando a Selene. —Así que, mejor te quedas aquí, Kerri y yo iremos.
Selene asintió.
—¡Sí, vayan rápido!
…
En el camino hacia el cementerio, Ximena compró dos cajas de leche, dos paquetes de cigarrillos y dos botellas de vino en el supermercado para llevar.
Cuando llegaron al lugar, Ximena vio que desde la pequeña casa se filtraba una tenue luz a través de las rendijas de las ventanas.
Kerri bajó del coche con Liliana en brazos y al ver el desolado entorno y las filas de tumbas en la ladera, se estremeció de miedo.
—¿Dónde está ese viejo?— preguntó Kerri, mirando nerviosamente a su alrededor.
Ximena sacó los regalos y dijo:
—Ven conmigo.
Ambas se dirigieron a la puerta de la pequeña casa, y Ximena llamó desde afuera:
—¿Zacarías, estás ahí?
—La puerta está entreabierta, entra— respondió Zacarías desde adentro.
Ximena empujó la puerta con el hombro y vio a Zacarías sentado solo en la mesa del comedor, aunque había cuatro juegos de cubiertos pu