A medianoche.
Kerri y Mariano colocaron los fuegos artificiales y los encendieron. A medida que los fuegos artificiales estallaban en el cielo, todos sonreían y se deseaban felicidades mutuamente.
Alejandro echó un vistazo a Eduardo, quien subió al auto y sacó tres regalos envueltos. Después de entregárselos a Alejandro, este los dividió uno por uno entre los niños.
Liliana tocó los regalos gruesos y sus ojos casi se cerraron de la sonrisa.
—¡Son muy gruesos! ¡Seguro que hay regalos muy buenos adentro!
Andrés y los demás también se acercaron. Después de preparar los tres regalos, se los entregaron a los niños.
Después de recibir los regalos y desear un “Feliz Año Nuevo”, Nicolás miró a Ximena:
—Mamá, ¿no nos diste regalos?
Ximena bromeó:
—¿No son suficientes todos esos regalos?
Nicolás preguntó de nuevo:
—¿Mamá, no quieres darnos regalos?
Ximena sonrió y sacó los regalos de su abrigo de plumas.
—¿Cómo podría mamá olvidar sus regalos?— Luego se los entregó uno por uno.
—Leo, Nicolá