Ángel estaba un poco desconcertado y dijo:
—Tener dinero no significa que lo tengamos en nuestras manos.
Nadia miró a Ángel y respondió:
—Es cierto que no podemos tenerlo en nuestras manos, pero ¡podemos vestir a nuestra hija con esas ropas y esa gorra! Se verá elegante.
Ángel asintió pensativo y dijo:
—Tienes razón.
Nadia continuó:
—Además, este chico parece ser un tonto con mucho dinero. Si lo llevamos a salir, él pagará nuestras comidas, ¿no ahorramos dinero?
Los ojos de Ángel se iluminaron y exclamó:
—¡Eres muy inteligente!
Nadia sonrió y dijo:
—¡Claro que sí! Este fin de semana lo llevaremos a dar una vuelta.
Ángel asintió y dijo:
—¡De acuerdo, seguiré tu plan!
Justo cuando estaban terminando su conversación, se escuchó la voz de Mario desde fuera de la puerta:
—¡Mamá, ya estoy de vuelta! ¡Ven a ayudarme!
El matrimonio salió rápidamente, y cuando vieron un lujoso auto negro estacionado frente a la casa, se quedaron atónitos.
Mario asomó la cabeza desde atrás del auto y dijo