Alejandro cuestionó fríamente: —Si la gente que la rodea es tan competente, ¿cómo se descubrió este asunto? En otras palabras, ¿estos empleados altamente remunerados que tengo son completamente inútiles?
Eduardo respondió: —No se puede rastrear la dirección IP, y tampoco pudimos encontrar rastro del individuo que esparció las fotos en el salón del banquete...
Alejandro se enfureció aún más: —¿Es eso todo lo que tienes que decir? Dile al departamento de tecnología que si no pueden encontrar información sobre esta persona en tres días, los despediré.
Eduardo asintió rápidamente: —Sí, don Alejandro...
Esperando a dar la vuelta, Alejandro habló de nuevo: —Espera...
Eduardo preguntó: —¿Hay algo más, don Alejandro?
—Ve y verifica el ADN de Leo.
Alejandro se apoyó en el respaldo de la silla, pensando.
Eduardo estaba perplejo: —Don Alejandro, el ADN del joven señor se comparó desde que nació, y es indiscutible que él es su hijo...
Eduardo se dio cuenta a mitad de frase y dijo: —Lo entiendo, do