—¡Ya, ya!—Mariano se acercó para apartar a Luis. —¡Deja de ser tan empalagoso!
Mariano arrastró a Luis al sofá. Alejandro también se sentó junto a ellos.
A Luis no le importó la actitud de Alejandro. Abrió una botella de la mesa.
—¡No hay mucho que decir!—Luis les sirvió y les pasó las copas. —¡Nuestra amistad está en este trago!
Luis era un verdadero charlatán, el mejor para animar el ambiente.
Una hora después, Alejandro empezó a aceptarlo.
Viendo que Alejandro estaba algo ebrio, Mariano le hizo una seña a Luis para que lo animara a beber más.
Así le sería más fácil sacarle información a Alejandro.
Luis captó la señal y con varios pretextos le hizo beber más copas a Alejandro.
Ahora los dos notaban claramente que Alejandro estaba borracho.
Mariano aprovechó:
—Alejandro, ¿somos amigos, no?
Alejandro bebió un sorbo.
—Sí.
Mariano:
—Entonces cuéntale a tu amigo, ¿por qué andas tan raro hoy?
Luis chasqueó la lengua y se acercó a Mariano susurrando:
—¡¿Por qué preguntas tan directo?!
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