Nicolás respondió con voz apagada:
—Así que te estoy llamando para preguntarte, ¿deberíamos ir?
Ximena lo meditó un momento y dijo:
—Si ustedes quieren ir, entonces vayan.
—¡Claro que iremos!—interrumpió Liliana arrebatándole el teléfono a Nicolás. —¡Mamá, ya verás cómo me encargo de ese horrible hombre!
Ximena rio con resignación:
—Está bien, vayan entonces. Pero asegúrense de que realmente sean personas enviadas por su padre, ¿de acuerdo?
—Sí, son de papá—afirmó Liliana mirando a la desanimada Dolores junto al guardia. —Dolores también está aquí.
Si Dolores estaba presente, Ximena se sintió más tranquila.
—Liliana, ¿piensan quedarse varios días? ¿Necesitan llevar ropa extra y sus computadoras?
—Mamá, me tengo que ir ya. Mejor pregúntale eso a los muchachos—respondió Liliana.
Ximena se quedó desconcertada por un momento. Nicolás retomó el teléfono:
—Mamá, necesito mi computadora. Pídele al guardia que me la traiga, y también la de Leo.
—Entendido—aceptó Ximena y después de dar algu