Al escuchar las palabras del guardia, el corazón de Ximena, que estaba en vilo, se calmó de repente.
Recuperando la compostura, dijo:
—Si tu madre te está llamando, contesta su llamada sin problemas, aquí no tenemos tantas reglas estrictas.
El guardia se quedó desconcertado por un momento y respondió:
—...Está bien.
Antes de entrar a la mansión, Ximena también echó un vistazo a los otros guardias con el rabillo del ojo. Al ver que no hacían nada sospechoso, finalmente se relajó por completo.
De vuelta en la sala, Ximena miró a los tres pequeños:
—¿Por qué salieron sin decirle nada a mamá? Ni siquiera respondían el teléfono.
Liliana sonrió y abrazó a Ximena:
—¡Mamá, papá no nos rechazó!
Ximena se sorprendió:
—¿En serio?
—¡Sí!— Liliana asintió enérgicamente. —¡Me lancé a sus brazos y no me apartó!
—La razón por la que no te apartó es porque nos parecemos mucho a papá—Nicolás dijo sin rodeos.
Liliana se dio la vuelta y cubrió la boca de Nicolás con sus pequeñas manos.
—¡Ya basta! ¡Dej