Ximena, conteniendo sus emociones, preguntó:
—Si sabías que era él, ¿por qué no me lo dijiste desde el principio? Sabías de nuestra relación, pero no dijiste nada.
Dolores respondió:
—Esa pregunta debes hacérsela a nuestro jefe. Yo solo sigo las órdenes del jefe.
—¿Jefe?— Ximena preguntó, confundida. —¿Quién es su jefe?
Dolores respondió:
—El jefe no me dio permiso para revelarlo, así que no puedo decírtelo.
Ximena sintió como si algo se atascara en su pecho, impidiéndole respirar con normalidad. La ocultación de Dolores y de su jefe la llenaba de ira, pero no tenía a quién culpar. Después de todo, no sabía si realmente fueron ellos quienes salvaron a Alejandro. Y si así fuera, ¿qué derecho tenía ella para reprocharles su secreto?
Ximena preguntó:
—Entonces, ¿me permitieron asistir a la gala solo para que lo viera?
—Exactamente,— Dolores respondió sin rodeos. —Estoy siguiendo las órdenes del jefe.
—Si hacen esto, seguro tienen algún propósito.— Ximena inquirió:
—¿Cuál es ese propó