Rodeados por sus compañeros, Ximena guió a Simona hacia la antigua oficina de Kerri.
Al abrir la puerta, todas las pertenencias de Kerri seguían intactas, incluso la oficina estaba impecablemente limpia.
Ximena y Simona mostraron tristeza en sus miradas.
Isabel dijo incómoda:
—Directora Pérez, lo siento, los secretarios no se atrevían a tocar la oficina del vicepresidente Kerri sin tus instrucciones. Tampoco queríamos mencionarlo frente a ti por temor a hacerte revivir recuerdos dolorosos. Para evitar que se ensuciara, veníamos a limpiarla todos los días antes de empezar a trabajar.
Ximena sonrió conmovida hacia Isabel:
—Hicieron bien, así parece que Kerri aún estuviera aquí.
Isabel miró preocupada a Simona.
Sintiendo su mirada, Simona dijo:
—No se preocupen, Kerri fue un buen amigo para ambas. Dejemos sus cosas en su lugar, no traeré nada mío, usaré su oficina tal cual.
Isabel asintió:
—Entendido señorita Sanz, les traeré un café a cada una.
Después de que Isabel se fue, Ximena y