Capítulo 1236
Leo dejó de teclear inmediatamente y miró a Ximena.

—¿Qué pasa, mamá?

Ximena les explicó la situación a los niños.

El rostro de Leo se volvió serio.

—Bien, entiendo. Dame diez minutos.

Ximena, ansiosa, se quedó de pie detrás de Leo observándolo trabajar.

En menos de cinco minutos, la pantalla de seguridad parpadeó.

Luego apareció una habitación tenuemente iluminada.

En la habitación, Damián estaba atado a una silla, su camisa blanca manchada de rojo sangre.

Estas manchas provenían de heridas en su cuerpo, como si hubiera sido golpeado con un látigo.

Los ojos de Ximena se agrandaron y sus piernas flaquearon.

Nicolás rápidamente tomó la mano de Ximena.

—¡Mamá, cálmate!

Los ojos de Ximena se enrojecieron. Damián tenía la cabeza gacha, ¡no se podía ver si tenía heridas en la cara!

Leo, dándose cuenta de la gravedad de la situación, se volvió rápidamente hacia Nicolás:

—Nicolás, ¡rastrea la ubicación de esta cámara!

¡Usa las cámaras de la casa de mamá como punto de partida y busca! ¡Mi
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