—¿A dónde vamos? —le pregunté curiosa al día siguiente.
Aaron sostenía mi mano llevándonos hasta un avión privado.
—Iremos a mi isla privada, necesito resolver un asunto.
Abrí los ojos con verdadera sorpresa.
—¿Tienes una isla privada?
Lo miré impresionada aunque él no se volteó a verme. Esbozó una apenas perceptible sonrisa ladina.
—Tengo más que eso, princesa.
—Estoy impresionada. Digo, mi padre también estaba en este mundo, a pesar de que no estábamos mal económicamente tampoco logró tener nada parecido a esto.
Pude sentir en su agarre la tensión y lo confirmé al ver su espalda delante de mí.
—Tu padre era un inútil.
Me quedé sorprendida de sus palabras. Tampoco voy a discutir eso porque probablemente sea así, opté por quedarme en silencio y esto provocó que él girara su cabeza para mirarme de reojo.
Lo vi suspirar al parecer intentando calmar su tensión.
—No debí decir eso.
—Era lo que pensabas, está bien. A decir verdad como ya sabes no tengo ni idea de lo que mi padre hacía.
É