Cuando nuestro auto se alejó, Benoît por fin quitó la vista.
—¿La asistente de Esmeralda también se salvó?
Enzo contestó al instante:
—Sí, ya la rescataron. Está en el hospital y fuera de peligro.
—Ajá. —Benoît solo asintió con desinterés y subió al auto para irse.
Hospital...
Cuando abrí los ojos, ya era de noche.
Vi a Gabriel sentado junto a mi cama.
Me sorprendió muchísimo.
No solo por estar viva.
Sino también porque fue Gabriel el que vino a ayudarme.
Apenas me vio despertar, se levantó con emoción.
—Hermana, ¿cómo estás? ¡Voy por un doctor para que te revise!
Quise decir que me sentía bien, pero en cuanto abrí la boca, la voz me salió ronca y débil.
De repente recordé algo y lo agarré del brazo antes de que saliera.
Ni tuve que explicarle, él ya sabía lo que quería preguntar.
—Tu asistente está bien. Despertó antes que tú y ya está comiendo.
Al escucharlo, me relajé.
Ver a Gabriel tan atento me hizo sonreír. Claro, era mi hermano. Solo con verme ya sabía lo que estaba pensando.
Ga