Damian
Desde que me pidió que la abrazara no he podido dormir, me tiene loco y no de manera excitante. A diferencia de otras chicas que han estado en mi habitación, su cuerpo radica ternura, inocencia y dulzura. No veo su rostro, pero me imagino la montaña de pestañas reposando en sus párpados, sus labios ligeramente abierto y su rostro angelical.
La acuno más a mi cuerpo mientras observo la claridad de la luna colarse por las telas de la cortina de la ventana. Su cabello huele a naranja con flores (mi mejor Amigo si que sabe comprar)
Siento mis ojos cansados y decido dormir.
-No, no, déjame por favor, no me toques -me espanto al escucharla gritar, está aún acunada en mis brazos.
-Todo estará bien -digo acariciando su pelo. Ella se da la vuelta y se aferra a mi, colocando su cabeza en mi pecho.
Su cuerpo tiembla, está algo sudada y no es para menos con esa pesad