Después de rememorar aquel momento, sacudí la cabeza para intentar serenarme. Caminé lento hasta aquella fotografía y la tomé entre mis manos. Tragué con dificultad y la volví a admirar por algunos segundos.
—Que el cielo me perdone si es blasfemia, pero juro por mi vida que volverás conmigo. si no es el caso, prefiero morir… a vivir y no tenerte —le hablé como un loco a la foto antes de propinarle un beso y guardarla en el pequeño bolso que llevaba conmigo.
Me dirigí hacía la salida. Pude sentir cómo mi alma y mi corazón se desprendían de mi cuerpo, rehusándose a marcharse de allí. Sostuve por unos diez minutos el pomo de la puerta. Con resignación y tristeza, al fin pude cerrarla. Sentí que cerraba las puertas de una vida al lado de la mujer que amaba.
No sabía cómo haría para dejarla en pa