Marcos se había llenado de orgullo y los celos no lo dejaban ver las cosas con claridad. Era tanto su rabia que no dejaba que Sofía se acercara a él para ayudarlo en su tratamiento como siempre lo había hecho.
Una mañana, Sofía llega a casa de Lucía para ver a Marcos. Le preocupaba mucho su salud y no quería que se descuidara con su tratamiento.
- Hola Marcos -dice Sofía parada en la puerta.
- ¿Qué haces aquí? -pregunta él muy serio.
- No fuiste a tu cita médica y quiero saber por qué -le dice ella con un tono de preocupación.
- Ya no iré -le dice él con arrogancia.
- ¿No irás? ¿Acaso no te das cuenta de que es tu salud? -pregunta Sofía molesta y desconcertada.
- La vida ya no me interesa. Lo único que me mantenía en pie era saber que tú me amabas, pero ahora que sé la verdad, no tengo razón para vivir -le dice él con un tono de desilusión.
Sofía se le queda mirando y no soportando más le dice furiosa:
- ¡Si a ti no te importa ni tu vida, ni tu hija! Ese es tu problema. He tratado de