La mañana ha sido un completo caos, ya había olvidado lo que era trabajar con mis padres en el camión. Mientras mis hermanas y mi hermosa novia falsa atienden a los clientes, mi padre y yo nos encargamos de realizar todos los pedidos, pero no puedo dejar de mirar a Aria en lo que trato de cocinar.
Siempre me burlé de mi padre por ser celoso y estar con un ojo en la estufa y otro encima de mi madre. Ahora no me parece tan gracioso como antes, menos cuando hay una masa de hombres coqueteando con ella y mi hermanita.
—Vas a dejar quemar las carnes, Dylan — mi padre se burla de mí y bufo—. Por fin tengo justicia divina. Ahora que estás en mi lugar, sufre como nunca.
—¿Eso es una broma? Déjame decirte que no ha sido para nada gracioso.
—Para nada — les da la vuelta a las costillas, soltando una fuerte carcajada—. Solo digo que la justicia divina existe. Tanto que te burlaste de mí y mírate ahora, apretando cada vez que un hombre más atractivo que tú se le acerca a tu novia.
—Ninguno de eso