—Pero yo sí… —su voz se quebró al final—. Quiero tener hijos.
Cerré los ojos durante unos segundos y luego besé su cabeza. Mi celular comenzó a sonar, y lo contesté de inmediato.
—Dime.
—Estoy en la oficina, necesitamos hablar.
—Dos minutos.
Colgué y agarré su rostro para darle un beso.
—Tengo que bajar un momento. Cuando vuelva, quiero esas mamadas delirantes que haces. —Mordí su labio inferior y soltó un gemido—. Tú también tendrás una buena dosis de lamidas allá abajo.
—Otro día, estoy agotada.
Asentí lentamente, me levanté y vi cómo ella se dirigía al baño. Tomé mi arma y me apresuré a bajar. En cuanto entré a mi oficina, Vladik y Misha estaban sentados, esperando mi llegada.
—Por tu expresión, sé que me vas a enfurecer, así que, por favor, habla rápido.
Vladik se tensó, pero finalmente habló.
—No pude eliminar a Oksana. Es como una hija para mí, la vi crecer.
Ese temita me haría cargo personalmente más tarde.
—Eso no es todo, ¿qué sucedió?
—El cargamento de armas que enviamos a G