Capítulo 94

Aria despertó esa mañana un poco desorientada y es que al abrir los ojos, se dio cuenta de que Maxwell no estaba a su lado. El corazón le dio un vuelco al darse cuenta de que aún seguía en la habitación de Maxwell y que, de alguna manera, había perdido la noción del tiempo.

Aria pensó en los trillizos y se alarmó. De un salto dejó la cama y apresurada se dirigió hacia la cocina. Al abrir la puerta, se encontró con Maxwell, quién estaba de pie frente a la estufa, cocinando algo que olía delicioso.

Él se veía tan bien, su figura se veía elegante, vistiendo un traje negro que le quedaba perfectamente.

—Buen día, así que ya te has levantado —saludó, girándose hacia ella con una sonrisa en los labios.

Aria pestañeó varias veces.

—¿Cómo pasaste la noche? —inquirió.

—Pude descansar bien. El malestar ya desapareció —aseguró Maxwell, sirviéndole un plato—. ¿Te apetece desayunar? No quiero que vuelvas a casa sin antes comer algo.

Aria asintió, tomando asiento en un taburete alto en la isla
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