“¿Eh? ¿Tú tampoco vas a comer?”, preguntó Sebastian.
“Ya que tu mami no está comiendo, yo tampoco tengo apetito”, dijo él. ¡Estas palabras le parecieron repugnantes a ella!
“Si ustedes no van a comer, ¡yo comeré!”, exclamó el pequeño. Él no actuaría con cortesía frente a ellos. ¡No podía renunciar a una comida tan deliciosa!
Sebastian movió sus platos de arroz horneado frente a él. Él no actuó de forma cortés en absoluto.
Sharon no pudo evitar colocar su cabeza entre las manos. ¿Cuánto más podría comer el niño?
¡Le preocupaba que su hijo se vendiera a sí mismo por comida algún día!
A cierta distancia, Xena estaba observando a las tres desde fuera del restaurante. Una mirada de odio apareció en sus ojos.
¡Él se divorció de ella por Sharon Jeans!
Él había hecho todo lo posible por acercarse a Sharon. ¡Incluso se estaba aprovechando de su propio hijo!
Era imposible para ellos no cruzarse debido a la existencia de Sebastian.
El odio surgió dentro de su corazón cuando recordó cómo