* CANDICE *
—Me siento genial, deberíamos seguir haciéndolo —dije, acomodándome en mi silla mientras esbozaba una sonrisa. A través del teléfono, la voz de Marcus resonó con entusiasmo, mostrándose de acuerdo con la idea de convertir el trote matutino en nuestra nueva rutina.
—¿Cómo va tu capacitación en el nuevo trabajo? —pregunté, y la alegría se desbordó en su respuesta mientras compartía detalles emocionantes sobre las actividades en la nueva constructora que le había brindado una oportunidad.
Entre risas, Marcus mencionó algo sobre preparar la cena esta noche, y mis cejas se alzaron en incredulidad.
—¿Estás seguro de que no incendiarás la casa?
La carcajada de Marcus resonó al otro lado de la línea, creando un cálido eco en mi oído. Finalmente, entre risas y complicidad, decidimos que era hora de colgar y volver a nuestras rutinas laborales.
—Bueno, cielo, nos vemos en casa —solté, y él respondió con un sincero