Joel
A la mañana siguiente, cuando abrí los ojos, me encontraba acostado en la cama, boca arriba, abrazado a Alicia, la cual descansaba sobre mi pecho. Parecía estar totalmente dormida, miré hacia el reloj que había en la mesita de noche, y comprobé horrorizado que nos habíamos dormido.
¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! – Maldije para mí, mientras intentaba buscar la mejor forma de despertarla, pues lucía tan a gusto, que me daba pena hacerlo.