Llegamos al Aeropuerto Barcelona-El Prat Josep Tarradellas ubicado a doce kilómetros al suroeste de la ciudad, luego de aterrizar fuimos a la zona de taxis y en media hora ya estábamos llegando a casa de mis padres.
Al entrar a la casa estaban reunidos mis hermanos Enrique, Juan y mis padres, quienes al verme, no pudieron ocultar su rostro de tristeza. A mi mamá se le salieron unas lágrimas que se las limpió con premura, pensando que no me había dado cuenta.
Ninguno saludó y nosotros tampoco lo hicimos, porque en el ambiente reinaba una desolación y una tensión que no nos pasó desapercibida.
Mauro fue el primero en hablar — ¿Qué está pasando? ¿Por qué esas caras?
— El día de ayer Nick tomó posesión de nuestra constructora —comenzó a hablar Enrique mien