Regresé al hotel y me despedí del Sr. Franderford, le agradecí por su ayuda y luego subí a mi habitación; me acosté en la cama y me quedé observando el techo mientras procesaba toda la información nueva que había recibido.
La verdad me había golpeado y no sabía qué hacer con ella, así que lo único que podía hacer era esperar e intentar aplazar mis decisiones hasta que ya no tuviera más remedio que afrontarlas.
Me quedé acostada hasta que la puerta de la habitación sonó y tuve que levantarme para abrirla.