10. Gala besa a Ramsés
— Mi niña, ¿estás segura de que quieres hacer esto? — preguntó Adelina a su dulce e inocente muchacha —. Ese hombre…
— Ese hombre es mi esposo. Ese hombre fue el que eligieron mis padres para mi futuro. Quiero intentarlo, nana. Quiero hacer que mi matrimonio funcione.
— No quiero que salgas lastimada.
— Eso no pasará, confía en mí, por favor — rogó con esperanza e ilusión, y a Adelina no le quedó más remedio que acompañarla en sus decisiones.
En ese momento, María llamó a la puerta.
— ¿Estás lista?
Gala asintió con entusiasmo y se despidió de su nana con un beso en la mejilla antes de seguir a María a la cocina, dejando a Adelina con esa sensación en su pecho.
Mientras tanto, la mujer que había visto crecer al dueño de aquellas tierras y su joven esposa, se ensimismaban por largas en su objetivo.
Entraba la madrugada de aquel día, cuando Ramsés llegó a la casa grande, sacudiendo el polvo de sus botas. Había llegado tarde con toda intención, y es que mientras más tiempo pasara lejos de