CAPÍTULO 22. LA SEÑORA KATE MILLER
—Por…, que parece que le gusta hacerse la graciosa —William caminó a grandes zancadas hacia Kate y la tomó por el brazo—. Acompáñame a mi oficina —ordenó con voz seca y tiró de ella.
La mujer abrió los ojos de par en par, ante la reacción de él.
— ¿Acaso te volviste loca? —cuestionó con su gruesa voz.
—¿No es lo que le iban a decir a la niña?, yo solo le di la pauta —se quejó.
—Eres una completa desconocida, ¿qué es lo que buscas?, ¿causarle daño? —indagó. — ¿No se supone que te importa mucho?
Kate presionó los labios con fuerza, para contener el temblor que sintió, ante sus cuestiones.
—Deseo acercarme a ella, estoy impaciente —expresó con ansiedad.
—Pues…, esta no es la forma —William presionó su mandíbula—, a la única mujer que ha conocido como su madre, es a Camila, y por el momento tiene que seguir así —ordenó.
Kate no pudo evitar hacer un mohín, en señal de disgusto.
—Después de todo lo que nos hizo, ¿vas a permitir que se siga saliendo con la suya? —interrogó ella.
Wil