Aba
Cuando Piero habla de matrimonio, siento como se me atraganta en la garganta el último bocado que he ingerido.
- Piero, no podemos casarnos simplemente porque vayamos a tener un hijo en común, puede que en tu mundo los matrimonios acordados se lleven a cabo, pero en el mio no. El día que camine hacia el altar, quiero que sea para casarme con un hombre que me ame plenamente, y por el que yo sienta lo mismo.
Noto como su mandíbula se tensa al escuchar mis palabras, y como su puño cerrado hace una fuerza excesiva sobre la delicada copa de vidrio en la que nos han servido las bebidas.
- Camarero, ¿nos trae la cuenta, por favor?- pide Piero sin mirarme siquiera.
Tras una corta espera, él se hace cargo de la comida, y me veo de nuevo dentro del coche que nos ha traído hasta aquí, noto que Piero está a punto de estallar, y no entiendo el porqué.
- ¿