Viggo ingresó a la habitación de su esposa. Ella estaba aún dormida, su rostro se veía pálido, pero tranquilo. Había sufrido bastante y estaba demasiado cansada por el esfuerzo ya que sus apresurados retoños habían nacido de manera natural, por lo que ahora descansaba plácidamente. Ella podría ver a los bebes en cuanto abriera los ojos, después de todo la voz y el calor de mamá podría ayudar a que ellos se recuperaran de la mejor manera y lo más pronto posible.
Viggo solo se sentó en silencio en la silla que estaba junto a su cama y la observó durante algún tiempo. Estaba sufriendo, pero su padre tenía razón, ahora debía estar más fuerte que nunca para poder sostenerla a ella y juntos salir adelante.
_ Vig…Viggo _ se escuchó una tenue voz en la sala _ Viggo…mis bebes _ dijo ahora Lara tocando su vientre que ya no se sentía tan abultado.
_ Tranquila mi pequeño ángel…ellos están en la incubadora _ él ni iba a mentirle, pero quizá no era necesaria toda la verdad _ ellos ya nacieron, pero