Sus tropas acababan de llamar para informar de una nueva derrota, y precisamente ante los humanos. Una cosa era ser derrotado por las fuerzas de resistencia de los cambiaformas, y otra era ser derrotado por seres tan inferiores. El emperador, furioso, estaba dispuesto a asesinar a su gabinete de guerra, convencido de que le servirían tanto de cadáveres como de consejeros.
Desde que se rompió el pacto de confidencialidad, los humanos habían representado una complicación imprevista y sorprendent