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Aliyah se rió de algo que dijo Noah y le dio un ligero golpe en el hombro, apartándolo.

—Vamos, tía Ali, no seas así —dijo Noah, riendo y tratando de parecer triste también—.

—Tus ojitos de cachorrito ya no me van a hacer efecto, Noah, déjalo. Aliyah puso los ojos en blanco.

—Mierda, tengo que encargarle a mamá que prepare una poción que me convierta de nuevo en un bebé. Siempre la tomaré cuando venga a pedirte algo. Recuerdo que casi nunca me decías que no antes. —Hizo un puchero.

Aliyah se rió: —¿Sí? Entonces adelante, dime entre Irene y yo quién te consiente más.

Noah la miró fijamente, recordando algo de repente. —Ah, olvídalo —dijo. Desde que tiene memoria, Aliyah le deja salirse con la suya en todo, a diferencia de su madre. Acudir a ella ahora para pedirle algo así era un suicidio.

Aliyah rió con ganas, sabiendo que había ganado, pero antes de que pudiera decir nada más, sintió una presencia materializarse en la habitación. Se giró hacia el lugar hasta que Asher estuvo frente
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