Lorand
Para la mañana acompaño a Francesco a Italia en donde voy directo a su casa. Tanto William cómo él no se acercan al estar frente a la familia. Las miradas despectivas están a la orden, sin embargo; a ninguno parece importarle porque se queda hasta la noche para luego marcharse.
__ Mi salvador volvió - bromea la mujer embarazada que me saluda - ¿Ya vienes a cobrar tu deuda?
__ En ese estado no me sirves como esclava - correspondo su humor, achica su mirada - Además, quien se encarga de adiestrar es Ferenc, no yo.
__ Ese viejo asqueroso no lo quiero cerca. Prefiero seguir con mi deuda, gracias - se ríe y solo niego - Si me hubiesen advertido sobre el dolor de espalda por cargar un ser humano en crecimiento dentro, habría reconsiderado.
__ No es como que tenías opciones - suelto.
__ ¿No conoces la condescendencia? - cuestiona.
Solo niego llegando donde las hienas que hay en casa de los Rizzo se hayan hablando con mi amigo.
__ Deberías sentarte - le pide Francesco pese a ver