—Está bien.
Respondió el detective y luego preguntó:
—¿Vas a ir al hospital?
—Sí.
Adriana pensó un momento y dijo:
—Como Elena quiere verme tanto, iré a verla una vez para que se le pase la idea.
—Está bien, estaremos aquí afuera, no te va a pasar nada —aseguró el detective.
Hospital Ciudad del Amor, habitación 903.
Adriana abrió la puerta y vio a Elena, con las manos y los pies enyesados, acostada en la cama. No llevaba maquillaje y su piel llena de imperfecciones, algo que era bastante impactante, dado que siempre usaba mucho maquillaje.
—¿Adriana?
Elena la miró entrar, sorprendida, y murmuró entre dientes:
—¡Este Kuno! Ni siquiera me avisó, y ni siquiera me dio tiempo de arreglarme. Además, estoy llena de heridas, y Adriana entra como si nada, no sé si viene a reírse de mí.
Elena se acomodó el cabello y, enojada, miró a Adriana:
—Parece que mis hombres fueron demasiado amables contigo.
Adriana sonrió, pero no dijo nada.
—¿Crees que porque ganaste el premio a la millonaria del año y