El tiempo en la ducha parecía pasar rápido y lento al mismo tiempo. Era raro.
Adriana estaba alterada, recordando una y otra vez la conversación de antes. La verdad, el alcohol le había dado mucho valor…
No sabía cuánto tiempo había pasado cuando por fin se puso la toalla, se recogió el pelo que estaba mojado y salió del baño.
Vio que José, vestido de forma descuidada con una bata de satén oscura con detalles sutiles, dejaba ver un poco su pecho mientras se sentaba en el sofá, esperándola de forma relajada.
Cuando la vio salir y quedarse quieta, él se levantó y caminó hacia ella, poniéndole suavemente su pelo mojado detrás de la oreja, dejando ver la delicada curva de su cara.
Su nuez de Adán se movió y, sin poder resistirse, se acercó a su oreja. Su aliento cálido rozó su oído, enviando una corriente eléctrica por su cuerpo. Ella tembló sin darse cuenta.
Los ojos de José brillaron por un momento y, justo cuando se inclinaba hacia ella, su celular sonó de repente. Adriana iba a mo