—¿Todavía está esperando el equipaje? —preguntó Adriana a los asistentes de don Lorenzo.
Uno de ellos asintió.
—Sí. Don Lorenzo, en efecto, tiene muchas esencias y fragancias raras en su equipaje. Nadie puede tocarlas excepto él.
Adriana el jefe administrativo de su equipo se miraron el uno al otro. No era sorpresa que Don Lorenzo fuera tan peculiar, y que priorizara sus preciados ingredientes por encima de todo.
Justo en ese momento, un grupo de periodistas apareció de la nada y rodeó al equipo.
—¿Son ustedes los asistentes de don Lorenzo? —preguntaron, empujándose unos a otros mientras apuntaban con sus cámaras.
—¿Por qué don Lorenzo no está aquí? ¿Es que no llegó o está retrasado?
Los asistentes, evidentemente nerviosos, miraron a Adriana con desconfianza.
—Señorita López, no mencionó que habría periodistas aquí.
Adriana suspiró internamente. Esto solo podía ser obra de Lucas Blanco.
—Debe ser un malentendido—Adriana mantuvo la calma.
—Nosotros no contactamos a los medios, y descono