Un incendio apenas comenzando (3era. Parte)
Tres días después
New York
Victoria
El problema con Alexander siempre había sido el mismo: ese descontrol emocional que lo dominaba. No había aprendido nada de mí; al contrario, era impulsivo, temperamental, incapaz de pensar antes de sentir. Y en nuestro mundo, ese era el peor de los pecados. No podía permitir que sus arranques interfirieran con mis planes para destruir a Gabriel Moreau.
Con un hombre como Moreau se necesitaba frialdad. Cinismo. Y la capacidad de anticipar cada uno de sus movimientos. Si era posible, preparar la trampa con paciencia… y esperar a que cayera con el cebo adecuado.
Para eso lo quería cerca. Bajo mi vista. Bajo mi control. Además, me intrigaba demasiado su vínculo con Henry Beaumont. Y me resultaba imposible creer que Edward hubiese ido por el mundo presentando a un supuesto hijo ilegítimo… mucho menos al hombre que más detestaba. Nadie en su sano juicio lo haría.
Había demasiados cabos sueltos. Poca información. Pero, con un poco de suerte, tarde o tempr