Heridas y pactos (3era. Parte)
Unos días después
New York
Gabriel
Admito que no esperaba la intromisión de Elizabeth en la reunión con su madre. Mucho menos escuchar sus amenazas. Pero fue… interesante verla hecha una fiera. Aunque, si soy sincero, me habría quedado gustoso para presenciar su pequeña guerra con Victoria. No era solo una impresión: se percibía en el aire, esa tensión que solo deja una relación podrida desde dentro.
Aun así, me marché. Paciencia, Gabriel, me dije. Apenas empieza la partida.
Sin embargo, las siguientes horas las pasé en el departamento revisando información sobre cada uno de los Harrington. Esperaba encontrar algo más de Claire Miller en las redes. Nada. Ni una maldita pista. Entonces sonó el celular. Y con él, el cambio de jugada.
—¿Y quién era? —preguntó Caroline desde la cocina.
—La secretaria de Victoria. Quiere que nos reunamos mañana… en su mansión.
—Te lo dije, Gabriel —respondió, asomándose con una taza en la mano—. Funcionó la foto. La de Edward Harrington y Henry Beaumont.
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