Desde ayer en la noche que la dejen en la puerta de su casa. no hubo mas que un simple saludo, estaba medio dormida, y quise creer que solo había sido ese el motivo de su repentino cambio de estado.
La única luz provenía de una farola cercana que acariciaba su oscuro y brillante cabello. y mis piernas se movieron solas hacia donde estaba mientras la observaba, me senté a su lado cuando note que me había visto. Lo ultimo que quería era asustarla, su semblante seguía extraño. quizá peor que ayer.
La punta de su nariz, enrojecida por el frío, le daba un aire aún más tierno. Quise imitar su acción y sumergí mis pies en el agua.
—¡Ay, joder! Está helada. ¿Pero qué le pasa? ¿Está loca o qué? Se va a enfermar… No te metas, Ethan… ya sabes que ese no es el camino… Pero si dejo los pies en el agua, seguro que mañana caigo con fiebre… Odio estar enfermo… es lo peor…
—Emm… está congelada… ¿No tenés sensibilidad en los pies o qué? —pregunté, intentando sonar casual.
—No tengo sensibilidad —respon