Cuando Manuel se despertó, lo primero que notó fue un par de objetos redondos y de apariencia suave apuntando cerca de su línea de visión periférica. No eran tan grandes, pero tampoco eran pequeños, eran alegres, cremosos y parecían encajar fácilmente en sus grandes manos.
La segunda cosa que notó, a medida que su visión se hizo más clara, fue que el par de objetos redondos y de apariencia suave parecían estar cubiertos con pequeños brotes rosados y puntiagudos, parecían duros, un contraste directo con los suaves montículos en los que estaban situados.
Le tomó un momento darse cuenta de que eran pechos. Y ese pezón estaba directamente a unos centímetros de su boca.
¿Estaba soñando?
Todavía un poco desorientado, se inclinó hacia delante cerrando sus ojos aún adormecidos. Sin pensarlo, se llev&oac