—Nos volvemos a ver, señorita. —Es el mismo tipo de la vez pasada que me habló en un idioma extraño.
Bufo molesta. Estos tipos me tienen cansada.
—Definitivamente que mala suerte la mía.
No sonríen, su semblante es serio y callado. Traen lentes oscuros puestos y sus trajes negros perfectamente pulcros.
—¿Me hace el favor de acompañarnos al auto? El jefe pidió que sin escándalos, ya que no queremos llevarla a la fuerza.
Resoplo más molesta. ¿Qué se traen estos con querer arrastrarme a sus autos?
Sin cuestionar más, acepta para termina rápido con este asunto y saber de una vez por todas qué quiere su jefe. Espero que no me haga desnudar otra vez, porque ahora sí no me dejaré. Si vuelve a intentar besarme o hacer otra cosa, lo vuelvo a morder, pero esta vez mucho más fuerte para que no se atreva de nuevo a tocarme.
Los escoltas caminan a los lados —detrás de mí están los otros dos— y me guían para llegar hasta el auto. Es un Aston Martin gris. Es muy distinto al de la última vez. El matón