Capítulo 54. Hablar con sinceridad
Alessia lo observó con expresión vacía.
Estaba perdida en sus pensamientos, nublada.
No le respondió.
Él sabía perfectamente la respuesta y las palabras no querían salir de ella.
Estaba demasiado abrumada y hundida en esa noche de su alma, con el corazón pesado, casi detenido.
El pobre médico, espantado por la desesperación, le explicaba al señor Amato que él no iba a hacer nada, ni permitir que ella hiciera nada en ese estado de salud mental, que ella estaba inestable, que no la maltratara por esto, y que debería hacer una interconsulta con un psiquiatra para ayudar a la joven, que se encontraba profundamente deprimida.
Valentino ni lo miró.
Sólo se limitó a tomar a Alessia en brazos y llevarla de nuevo a casa.
No había creído que todo podía llegar tan lejos.
Frente a él, la Alessia testaruda y combativa, que le respondía a todo, no era visible en lo absoluto.
Si aún existía, estaba encapsulada detrás de esa tristeza agobiante que lo ocupaba todo.
Y era por si culpa.
Porque Valenti