Dante la dejó descansar unos minutos en los qué la volteó para besar la blanca espalda de Lea, él lobo se tomaba su tiempo para lo que venía, besando sus redondas nalgas acariciaba las estilizadas piernas de su sirena, subió para besar sus hombros susurrando, te amo sirena! te amo más que a mi propia vida!
No te diré que te amo lobo! susurraba Lea extasiada en las caricias qué su Alfa le daba, Dante tenía sus hábiles dedos en el boton de placer de la sirena, el lobo sabía lo que hacía, de un rápido movimient