Silvia tardó cuatro días en darse cuenta a qué había obedecido la llamada de Jim en realidad. Y vaya si había logrado su objetivo. La había hecho hablar de cosas que ella amaba y había dejado que la conversación continuara a partir de allí, recurriendo a todas las bromas que solían compartir. Hasta que ella había perdido el terror paralizante a volver a verlo.
Y ahora ya no estaba asustada.
Estaba ansiosa, y el estómago se le retorcía conforme los días pasaban y se acercaba mayo. Pero el miedo había desaparecido.
Los dos habían hecho un pacto con el diablo, exponiendo sus teléfonos a cambio de la opción de enviarse mensajes de texto y hacer video llamadas por internet si lo precisaban, pero el Hey, Jay! siguió siendo su punto de encuentro.
Jim regresó a su costumbre de compartir con ella fotos de los lugares que visitaba, y los títulos empezaron a parecer una cuenta regresiva. México fue Frío, Puerto Rico fue Tibio, Colombia fue