No podía más, mi cuerpo estaba impaciente. Agarré su mano y como lo había pensado antes, la llevé hasta el dobladillo de mi vestido y toqué esa parte sensible. Un gemido se me escapó de los labios y eso fue suficiente para que él metiera sus dedos y los moviera con rapidez.
Necesitaba más.
Atrapé su boca y nos fusionamos en un beso exigente, puse los brazos alrededor de su cuello y jugué con su cabello, los gemidos eran silenciados por sus besos.
Sus dedos sabían moverse a la perfección, adentro y afuera, su pulgar presionaba en forma circular el clitoris. Sentí el cosquilleo del placer, mis piernas temblaron y suspiré cuando sentí el líquido recorrer entre mis muslos.
Nos miramos agitadamente por unos segundos.
Tenía la garganta seca y mis pensamientos revueltos. Descansé en sus brazos hasta que mi mente reaccionó.
No, esto no estaba bien.
Me aparté bruscamente y miré en varias direcciones, asustada.
Si Nickolay hubiera visto esta escena, posiblemente hubiera tenido otro cadaver fren